Eleanor Rigby

viernes, 21 de octubre de 2011

La velocidad de mi cabeza

Vi hoy a unos amigos de mi última historia en la puerta de un barcito y pensé: Y si entro a ver que pasa? Me pido algo para llevar a mi casa y listo.. hasta que al segundo reaccioné y me dije a mi misma "Estúpida, no es conveniente que lo veas. Las últimas veces que lo viste no fueron productivas. Quedate en el molde, si le interesaras, ya te hubiera mandado un sms o algo..."
Por qué una parte mía se rehúsa a creer que no le intereso? 
Por qué, después de meses sin saber de el, todavía cada vez que suena mi celular hay una voz en mi cabeza que cree que puede ser el?
Por qué miro su muro de Facebook 10 veces al día, las mismas fotos 8mil veces, y maquino con cada mina que le puso un Me Gusta? 
Por qué sigo acordándome de cada frase que me dijo, cada expresión?
Por qué cada vez que veo una cabeza ruluda el corazón se me acelera y empiezo a temblar? 

Lo extraño. Y no puedo mandarle un sms. No puedo hacer nada. Y eso me está matando.

lunes, 10 de octubre de 2011

El insomnio recurrente...


Un, dos, tres, cien ovejas van pasando y mis ojos siguen abiertos cual flor en primavera. Contarlas ya no sirve. Tampoco las canciones de cuna. La conciliación del sueño se volvió imposible desde que ya no quedan en mí resabios de tu presencia.
Mi cabeza va demasiado rápido, podría decirse que a demasiadas revoluciones por minuto, a tal punto que se olvidó cómo desconectarse. Las horas pasan y siguen cruzando preguntas por ella, cuestionamientos ante los cuales ya no sé si recibiré alguna vez respuesta.
Se mueven las agujas del reloj y mis ojos las contemplan, aunque sus movimientos parezcan eternos. Soles, lunas, estrellas, todo para mi es una sola vorágine de imágenes seguidas sin ningún tipo de pausa.  El cielo cambia de tono; y somos testigo de ello las preguntas en mi cabeza y yo.
Mi cuerpo pide a gritos ponerse en off. Clama por un corte a este torbellino de símbolos circulantes llamados palabras. Sin embargo, para todo esto la única solución es que  aquel que hizo que estas preguntas aparecieran en mi cabeza venga a ponerles un fin, que borre de ella los signos de interrogación. Solo así lograré dejar de ser testigo de tantas cosas.