Eleanor Rigby

miércoles, 24 de agosto de 2011

De mariposas en el estómago a un espasmo gastro intestinal

Es el pasaje de sensaciones que esta historia, que más que historia fue debut & despedida, porque duró poco, me produjo. Tuvo algo bueno, bajé como 3 kilos, pero terminó como el traste. Hoy verlo ya no me produce esa sensación linda, plena y satisfactoria, sino un revuelto en las tripas y náuseas. Además, ese acelere del corazón que su presencia provocaba también se transformó, evolucionó a una taquicardia nerviosa y mareos.
Sumémosle a todo en que van noches enteras en las que dormir cuesta un Perú, y comer, ni hablar.

Si, no les estoy exagerando. Verlo me produce ese torbellino horrible de sensaciones. Para colmo, vivo en una provincia en la que la gente se mueve en malón, hay un sólo boliche que se pone lindo los sábados, uno solo que se pone lindo los viernes, por lo que verlo es inevitable.

En fin, habrá que esperar a tranquilizarme. Sigo yendo a terapia, trato de evolucionar favorablemente y que estas sensaciones feas desaparezcan de una vez por todas. Por lo menos en lo que respecta al estudio, marcho bien..


jueves, 11 de agosto de 2011

Su vida era una fábula de lata, sus ojos eran luces de neón..


Ese momento sublime, tras tantos meses de espera, en los que debía conformarme con verte solo en una pantalla, fue en ese soplo de segundos cuando te percataste que mis pies transitaban en la Tierra. Atesoraré ese instante bajo siete llaves, porque fue gracias a tu presencia que ese sentimiento, que había estado dormido tantos años resurgía, como el ave fénix, habiendo sido previamente consumido por el fuego de la desolación.
De forma extraña, sabía exactamente qué decir. Sin embargo, eso que debía pronunciar no requería que ningún sonido emergiera de mi boca. En ese silencioso momento culminante, cargado de electricidad, es donde se condensaba la espera, el resurgir de emociones dormidas, el fin de la desolación.




lunes, 8 de agosto de 2011

El sol apagado



El sol se apagó y se apagó su brillo. Quien conoció el origen de su energía, presionó justo en el botón que lo hizo perder la luz. Entonces dejó de ser una estrella que alumbraba, y todos se preguntaban hacia donde se había escapado su luminosidad. Aunque él siempre supo quién fue el autor del robo, el que vulnero la promesa de cuidar de que su calidez nunca se apague y que todos velarían para que nunca esto no suceda, no tuvo opción más que resignarse. Ahora el sol por si mismo debía encontrar la manera de volver a encenderse: mira a su alrededor las pequeñas estrellas que aún conservan su esplendor e intenta imitarlas hasta el cansancio.



Tratando de volver a escribir, salió esto...
Rindo en 3 días, fingers crossed!